Magna Procesión General

La plaza nos invita a formar parte del aparente desorden que se ordena, de forma natural, para contarnos la pasión. Un caos multicolor se recompone armonioso, para que los pigmentos de este magnánimo cuadro nos inunden con su simbología. Penitentes, tronos, costaleros, achuchatronos, visitantes,… Todos serán un ir y venir sin un rumbo marcado, pero con un destino definido.
La comitiva ha partido. El 16 de abril de 1897, marcará a la ciudad de forma excepcional para siempre. Las palabras de Juan Pasquau, así lo demuestran: «Todo ubetense – chico o grande – advierte, aún sin él quererlo, puede que aún sin él saberlo, algo insobornable dentro de su alma al presenciar en la noche del Viernes Santo, el desfile de la procesión general. Lo advierte, y no lo cuenta, ni lo canta» .  Pero esto, ¿hoy es así? ¿Siguen siendo vigentes estas palabras? Es responsabilidad de todos conservar, mantener y potenciar este bien autóctono. Tal vez, deberíamos desempolvar las actas de la historia para releer el origen, objeto y fin que llevó, en tiempos pretéritos, a crear esta privilegiada catequesis de los sentidos. Perdimos la General viviente representada en Maranatha, no permitamos que suceda igual con esta obra pensada por y para las calles renacentistas que recorren el corazón de cada ubetense.











Cartel: Manuel García Villacañas

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